Lo
común/ lo cotidiano.
Paseando por las calles, miro en cada puerta, y en
cada rostro, ¿y qué veo?...
Sueño una pesadilla de desmarcada rutina, felices
los gatos por ronronear entre las sillas, acostumbradas a ver pasar el día.
Es tu niebla, mediodía, la que aleja el rayo de Sol
de mi ceguera, permitiéndome ver, entre tus sombras, mi quehacer que me desvive
y me da la vida.
Allí junto a los otros, veo trascurrir los años,
como si el tiempo no pasara a tu lado, Fuerteventura, tu luz es mía.
Miro entrecano, romas las luces queridas, deseando
verte deambular, entre cada esquina, sonriendo como ese día que cayó la noche
en el mar.
Dulce y quejumbrosa prosigue la labor, subiendo y
bajando las horas entre sístole y diástole, el respirar de la mañana reflejado en
tu delantal de sal y humedad.
Roza tu muslo mi vestido al caminar, descuidado,
como si no quisieras ver nuestro destino cruzado, inalterado, inalterable a la
voluntad y a la sensación, como si lo cotidiano fuera una sombra de lo formal.
Hoy ese día vuelve a enmarcar entre brumas, una y
otra vez, mientras recoge la mañana los suspiros matutinos no queriendo dejar
esperar un momento antes de volver a repetir tu costumbre formando parte así de
tu vida, como algo que siempre tuvo que andar, y que seguirá caminando
eternamente hasta el fin del mundo.
Desde lo alto hasta lo más bajo, pasando por cada
escalón, aguardo mi señal, con resignada obstinación, creyendo encontrar un
signo, una anunciación, un orden, o una inspiración, mientras tanto voy
haciendo que hago, esperando verte otra vez. En El mundo deambulo entre órdenes
y orbes, naturaleza, mineral y animal, y a veces entre los dedos se me escapa
la vida una y otra vez sin orden ni concierto.